Camilo Valdecantos Pascual corrige el trabajo de los estudiantes desplegado en la pantalla.La Escuela de Periodismo de El País sigue usando una antigua pero eficaz técnica para capacitar a periodistas: clases de corrección y redacción cada semana.
El proceso es exactamente el mismo que experimenta un reportero en cualquier buena redacción. Los editores les preguntan, desafían, corrigen, critican y finalmente los animan. Esta es la técnica que hay que usar más en las universidades.
Un proceso descuidadoEn algunas redacciones, los editores ignoran este proceso y simplemente corrigen los errores de exactitud, juicio u ortografía sin decirle nada al reportero. Por eso el reportero no aprende nada y el editor desperdicia tiempo corregiendo cada día los mismos errores.
Es un arte que podríamos perder en la transición a un periodismo de redacciones pequeñas y con poca supervisión de los periodistas. Sin embargo es un arte que persiste en la escuela de El País, donde la mayoría de los estudiantes no tiene formación en periodismo sino en humanidades o ciencias.
La crítica en públicoCamilo Valdecantos Pascual, con muchos años de experiencia en la cobertura de la política, es uno de los 32 profesores de la escuela. Él realizó sus críticas al trabajo de 10 estudiantes durante una sesión intensa de 90 minutos.
Se desplegó la tarea de cada estudiante en la pantalla y Valdecantos, de manera muy directa, ofreció sus observaciones sobre el título, el subtítulo, la redacción y el reporterismo.
En esta clase, los estudiantes redactaron notas basadas en varios servicios de agencia. Valdecantos les exhortó comunicar lo más importante en las pocas palabras posibles. A veces la buena escritura se convierte en un obstáculo a la entrega rápida de las noticias importantes. Guarden la técnica de la crónica para la situación indicada, recalcó.
Los profesores ”son exigentes“Cuando mostró alguna molestia mientras criticaba un trabajo, le explicó al estudiante: “Un dictamen es una opinión, no es una orden”. Hay que usar el término exacto de manera precisa, insistió el maestro, que es licenciado en derecho.
A veces, los estudiantes se ponían defensivos. El maestro a veces concedía un punto.
Yaqueline Maldonado, alumna de la escuela en 2008, considera que el método utilizado por los profesores de redacción y reporterismo es el adecuado y a la vez el más “estricto y exigente” de la escuela. “Si no son duros en sus críticas no aprendes nada. Que te digan que estás mejorando es el mejor premio que puedes recibir”, añade esta estudiante latinoamericana. “Te critican cada palabra, pero como periodista, me gusta esta práctica”.
Hay que ser humildeBelén Cebrián, directora adjunta de la Escuela y veterana del periódico económico Cinco Días, explicó que los estudiantes aprenden no sólo de sus propios errores, sino también del de sus compañeros. Se necesita humildad para participar en el programa, dice.
Escogen a 40 estudiantes cada año y los dividen en cuatro grupos de 10, que funcionan exactamente como una pequeña redacción, explicó Cebrián. La escuela no es como una universidad con libros y manuales sino como un medio de comunicación, insiste.
Las asignaturas troncales son: reporterismo y redacción, radio, periodismo digital, revistas, diseño y fotografía, con talleres especializados como deportes, opinión, local y política, entre otros temas. Los estudiantes hacen trabajos prácticos en los varios medios del Grupo Prisa, al que El País pertenece.
De los 40 participantes, se extiende becas a 10 cada año, incluyendo a tres de América Latina. Cuesta 10 mil euros.
Cebrián dice con bastante orgullo que, en 23 años, la escuela ha producido
muchos periodistas renombrados y galardonados.