Sin
embargo, como grupo, tendemos a ser arrogantes y puritanos (me
incluyo en esta crítica). Tendemos a vernos como sacerdotes de una
profesión exclusiva y portadores de una normativa ética especial
que sólo unos pocos podemos cumplir. Nos vemos a nosotros mismos
como más puros, más objetivos y menos afectados por los prejuicios
de los simples mortales que cubrimos.
Eso
es al menos una parte de la razón por la que tenemos problemas en el
nuevo mundo del periodismo emprendedor, donde los periodistas lanzan
sus propios medios de comunicación. Si queremos fundar un medio,
tenemos que reconocer por primera vez que el periodismo es un
negocio, que alguien tiene que pagar las cuentas y que el periodismo
involucra el intercambio de dinero.
¿Dinero? Esta es una palabrota para los periodistas. Nos hace
ruborizar. Se lo asocia con el tráfico de influencias, grupos de
presión, el soborno, la corrupción y otros temas que suelen ser
cubiertos por el periodismo de investigación.
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