El modo en el que la gente obtiene y gasta el dinero suele revelar mejor su carácter, su ética o sus valores.
Atribuimos tanto significado al dinero y la manera en que expresa nuestros verdaderos valores que el historiador Yuval Noah Harari declara en su bestseller Sapiens: A Brief History of Humankind:
"El dinero, entonces, es un sistema de confianza mutua, y no sólo cualquier sistema de confianza mutua: es el sistema más universal y más eficiente de confianza mutua jamás inventado".Por extensión, esta confianza en el dinero como la mejor medida del valor de todo en la sociedad moderna -desde la pérdida de un querido familiar (en un pago de una aseguradora), hasta el salario de un maestro o un CEO, pasando por el coste de un barril del petróleo-, nos ha llevado a confiar demasiado en los mercados como lugares donde se encuentran las mejores soluciones a todos nuestros problemas.
English version
En realidad, muchos estudios han demostrado que el mercado es capaz de dar gran valor a la desinformación, el sensacionalismo, los chismes o el entretenimiento (Pew, Reuters Institute, Science Advances) en lugar de concedérselo a otros bienes sociales, al menos si usamos como referencia los ingresos y las ganancias de la publicidad. Es cómo Facebook y Instagram ganan dinero.
Al poner tanta fe en la mano invisible de los mercados para dirigir nuestras decisiones importantes económicas, políticas o sociales, hemos subvalorado la importancia de la ética, la credibilidad, la confianza y la solidaridad comunitaria. (He visto algunos ecos de este tema en otras lecturas navideñas: una columna de David Brooks en el New York Times y libros como los de Jeffrey D. Sachs, The Price of Civilization: Reawakening American Virtue and Prosperity y Joseph E. Stiglitz The Euro: How a Common Currency Threatens the Future of Europe.)